
Imagino que como el 90% de las mujeres de mi edad (y seguro que soy generosa bajando el porcentaje) padezco de esa bonita circunstancia que se llama celulitis, circunstancia que, sinceramente, siempre he pensado que no tiene arreglo.
Pese a mi incredulidad algo en el fondo de mí dice "venga maja, prueba a ver con este producto nuevo no vaya a ser que funcione", así que todos los años acabo comprando alguna crema que acaba meses después en la basura sin haber sido terminada porque, no os voy a descubrir nada nuevo, soy la reina mundial de las vagas para usar cremas corporales, en la cara dadme rutinas de cien pasos y no me importa pero en el cuerpo...bufff, misión imposible.
Así que este año he decidido ser constante y sobre todo ser lista, que ya va siendo hora de que asuma mis debilidades, así que he decidido comprarme únicamente aceites anticelulíticos, ni cremas, ni geles, ni serums ni nada de nada... sólo
aceites porque es el único formato que no me da pereza utilizar ya que me resulta muy cómodo tras la ducha con la piel húmeda.
Y de eso voy a hablaros hoy, de los aceites que he estado utilizando desde hace unos meses en busca de percibir alguna mejora en la maldita celulitis que tanto apego tiene por mis piernas, trasero y caderamen.