
Soy una fanática de los (buenos) olores, sabéis que para mí en un cosmético o simple producto de higiene tan importante como su eficacia es que sea sensorialmente agradable, que su textura me incite a probarlo y sobre todo que su olor me encante, así que no os extrañará que me ocurra lo mismo en casa.
Yo soy de esas personas que usan difusores de aceites esenciales de vapor (un invento fantástico), que tiene velas de olor no para adornar sino para usarlas (y me pone mala las que compras y al encenderlas no huelen) y que sigue intentando encontrar una bruma “de almohada” que me sumerja en una atmósfera deliciosa que propicie el descanso… y preferiblemente que sea muy natural.
¡Vamos a ver si al fin he acertado en mi elección!