No es lo más frecuente, al menos en mi vida, pero de vez en cuando tenemos golpes de suerte que nos dan alegría y hacen que volvamos a confiar en los hados, eso me pasó a mí con el sorteo que organizó la encantadora Elisabet de BienBio en el que se podía ganar una de las originales mantecas de la marca sueca Holy Moly (no la confundáis con la coreana Tony Moly, son como el caviar y la mortadela) y bueno ¡fui la afortunada!, así que se vino conmigo a casa su variedad azul, la Holy Moly Blue Sea Butter.
Para quienes aún no conozcáis la marca os comento que se trata de cosmética natural nicho, una cosmética de alta gama con ingredientes más que cuidados y crudos (raw), no tratados a más de 42º para que no pierdan ninguna de sus propiedades y para mantenerlas además se envasa todo en cristal violeta. Su porfolio es bastante completo y para mi en él destacan sus serums/aceites y sobre todo las mantecas de distintos colores, que se ofrecen como multifunción para utilizar de pies a cabeza, sea en la cara o en el cuerpo y con distintas finalidades como limpiar, hidratar, mascarilla...
Yo elegí la variedad azul, más adelante os cuento por qué, que ha sido descatalogada poco después de llegar a mis manos, pero creo que la reseña os puede ser igualmente de utilidad porque el concepto de manteca de Holy Moly es igual en todas sus variedades y sus ingredientes principales los mismos. ¡Adelante que os cuento todo!


